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Sobre mi lecho de muerte...

Entre el azul y verde
se desvela en la noche
colandose por el cielo
inundando el silencio,
una nube gris.

Comineza el jin jan,
de mi mente...
la vida y la muerte,
dandole sentido al sin sentido
soy tan consciente...

Y para definirla
no encuentro mejor palabra:
Nada!
Tras marchitarme poco a poco,
como se desojan las margaritas
sin agua quedará mi vida,
y no importará si he amado,
desierto quedará
en lo que un día fue mi ser,
y más adelante cuando
el tiempo someta con su orden
a la tierra, pidiendole cuentas,
cuando la asfixien
y al fin desaparezca,
encuentro un sentido
que no quiero asumir,
me asombra.
Voy callendo
por un pozo eterno
sin saber que espera a mis espaldas.
Y vuelvo a sentir este vacío que me inunda,
esta sensación de huerfana en la tierra.
Ocupa de la vida,
ya que mi verdadera madre,
se llama muerte,
Ella...
me acojerá en sus brazos,
cuidadora complusiva,
compañía demente.
Ella...
me estará esperando
cuando se adormezcan mis piernas,
mientras me encuentro postrada en una cama articulada,
y gemiré en mis adentros viendo como llueve
en mi día gris,
Acavaré mis ultimos segundos...
pasando ante mi la sensación de que el mundo enmudece,
donde mis ojos ya no encuentran la luz del día,
fatigada,
con el cuerpo adormecido.
Hormigueante,
sintiendo que ni corazón cabría en una ranura,
el pecho encojido y palpitante,
esperandome allí estará...
Ella,
hambrienta!

Y no importaran las penas
La exhalación,
esta,
la opinión que tiene la vida
sobre la despedida,
arrojandome a otros brazos.