Walter Kuhry

A la escuela...

 

Sus ojos grandes, limpios, limpios,

robando la luz. ¡Así brillantes!

Mirando la vida entera por delante.

Impecable de blanco. Impecable.

Con su mochila de ilusión

y sus renglones de tiempo.

Con dos trencitas bien armadas,

su compañero chupetín en una mano

y en la otra dos dedos de mamá.

Su corazón late al galope.

De todo, de todo está pendiente.

A su cuaderno le sobra futuro

y a su sonrisa le faltan cuatro dientes.