Santiago Miranda

Silencio II

¡Como me gusta compartir contigo
el aire que respiro!
lo inefable nos toma en su lenguaje
nos habita como si mañana fuéramos equipaje
de niños que van de viaje
eternas vacaciones al paraje
donde nadie vuelve; nadie sabe nada de nadie
de dolores, de tormentos, de ansiedades
nos rodea inquieta ternura sosegada
inhalamos nuestra vida ap(ri)asionada
el tiempo ahora se rompe
morimos un poco
volvemos y expiramos
tras nuestros recuerdos
nostalgia, ensueños
luz en el claro del cielo
de un bosque espeso lleno de ciervos
el ruido nos azota, salpican las astillas
la cabaña ha sido desalojada
talan con hierro nuestra cortina
corremos por los pasillos de los sueños
te adelantas a mis pasos traviesos
el cajellón se va cerrando sobre tu piel castaña
y la madera se vuelve gris color concreto
la ciudad te escupe media mordida
te arroja al mar de gente que camina
miras perdida sobre que vía tomar
un gran laberinto es la ciudad
buscas las nubes como guía
algún dios a pedirle salir de allí con vida
querida no lo lograras, en el último día
no hay estrellas que se puedan ver de atardecida
el ruido, el lamento, la indiferencia
las reflexiones caen en tropel, inconclusas
de tu consciencia hacia la vereda
se pierden en el barro de la cuneta
extrañas el silencio
mortalmente, quisiéramos dar media vuelta
aún antes que el aire en tus pulmones
sequén las praderas, ya lo piensas
una lapida en el campo y un gigante árbol
el campo antes que todo
su quietud y su verdura
la muerte...
la habías olvido y ahora la extrañas
aun sin conocerla, la reconoces enajenada
pero te remite a la remota idea de un descanso eterno
esto es y el silencio
nada mas alejado a esta abominación que desprecio
vuelvo a tu compañia

Nos quedamos con lo puesto
solo estaba retornando
a las paralelas intersecciones
despúes de vivir una eternidad en unos instante
me pierdo en señales y en detalles
olvido lo que estaba intentando decir
parto con una idea y termino en otra muy distinta
yo me pierdo con ellas
y ya cuando termino no soy el mismo
esa es la ciudad para mí
un piso inestable, una trampa de arena
eso eres tú para mí
un refugio estable, techo, puertas y sonidos
pero sin un alma que la habite
¿me dejaras ocupar el lugar vacío?
¿por el tiempo que estimes conveniente?
Aceptaré tu contrato en tus condiciones
Tu cuerpo son tus reglas
Pero te advierto de antemano
No respeto limites zanjados


Supongo que piensas lo mismo
ninguno de los dos se atreve
a romper este silencio
miramos buscando un paisaje donde descargar los pensamientos
como me gustaría decirte: se lo que estas pensando y yo pienso lo mismo, si! si!
te digo que sí inequívocamente de forma irrevocable (nos casamos y juntos morimos)
solo te sonrío y tú me sonríes
nos miramos y nada nos decimos
como me gusta compartir este silencio contigo