Xema

Mi cruz es tu cruz

Es dura la corteza

De este árbol

Dulce y noble,

Blandidas hojas

Nacidas de sus lindos follajes

Y canta la eterna primavera.

 

Ni el otoño

Lo hace perder su verdor,

Ni el invierno lo inmuta

De todo su esplendor.

 

Te sostiene con toda delicadeza,

La vida es el canto que cantas;

Pero la brisa te toca

Admirándose de tu esplendor.

 

Caminas por los senderos

Y los valles,

Viajas de un lugar a otro,

Los leprosos te ven

Y gritan de contento;

Pero el agua brota de ti

Quitando la ceguera

Y devuelves el Jordán

El baño regenerador.

 

¡Oh que hermosura eres Tu!

Tu belleza ha embellecido

Al árbol de la vida

Y ha enrojecido

El lugar de los santos.

 

Mirad, la adultera y pecadora

En ti no encuentra un juicio,

Solo tu mirada

De amor y de paz;

Sin embargo,

Gritas a los montes

Para suavizar los corazones

Llenos del odio y del mal.

 

Señor mío, no tardes en subir

Hasta este monte donde tienes

Que dar los dones y carismas

O las prendas

Inmensa salvación.

 

Besas el madero santo

Con pasión inmensa,

Tus labios chocan

Con este astilloso árbol;

Pero dulcemente regresa

El óculo de la paz

A todos los hombres.

 

Por fin te miro allí dulcemente,

La paz brota de ti

Más aun el viento abraza

Y te acaricia.

 

La luz se vuelve vaga,

Pero el horizonte se inmuta

Al contemplarte así.

 

Tu cruz es mi cruz,

Ahí es donde voy a morir,

Es allí donde me acostaré

Para contemplarte,

Para amarte

Y para saciar mí sed en ti.

 

Está cruz es tuya,

Estos clavos también lo son,

Estas rosas que me cororan

Con sus espinas son tuyas;

Sin embargo, este leño de vida

Es tuyo en el amor.

Fruto del amor es la vida,

La vida engendra a la alegría,

La alegría recrea a la paz,

La paz engrandece a la humildad,

La humildad nace en la verdad.

 

Todo es tuyo en el amor,

Sos libre en la paz;

Mas aún sube al Monte Santo

Donde está el fruto nuevo

Y eterno de infinita vida.