Habitualmente no sonrío.
Camino entre las sombras de la vida como un espectro silente de tenebrosas historias, por nadie notado, por todos olvidado. Mi paso entre la multitud bulliciosa y frenética es mas bien cansino y gastado. Siguiendo un ritmo aburrido, la rutina de una vida mediocre ha marcado el diario sendero.
- Buenos días! Me señala alegremente cualquier persona en el camino, mi respuesta automática es una silenciosa venia y un agitar nervioso de las manos. Apenas percibo al que me ha llamado, es para mí otro más despistado.
Las rutinas del trabajo y de las obligaciones cumplidas, hacen que mi ritmo sea cumplido a buen tajo.
No tengo muchas esperanzas, la vida igual que me ha dado, la esencia de mi ser sin tristezas ni remordimientos ha tomado. A pasar sin dejar huella en este valle de lagrimas he sido condenado.
-Hola. Cómo has estado?
No reconozco al interlocutor que esto me ha preguntado. Pero por una fracción de segundo toda mi rutina ha desarmado.
Lentamente y sin previo aviso, todo lo que con calma y mucha paciencia en mi vida he construido, has volado en mil pedazos.
Como un huracán devastador arremetes en mis sentimientos, y sin importante lo que la cordura y la razón imponen, te apoderas de mi ser y te haces dueña absoluta de mis pensamientos.
Una magia extraña se apodera del mundo entero.
La gente es muy amable, el sol brilla con alegría, las aves cantan, la brisa trae música a tus oídos.
Lentamente y sin casi notarlo empiezo a tararear una melodía cada mañana.
Siento con facilidad el perfume de un amanecer, la música del atardecer, el vuelo de las estrellas, la poesía de una tormenta, la caricia de una ventisca. La belleza del dolor, la pasión de la vida.
No es fácil de explicar, pero puedo sonreír con facilidad extrema, y la risa placentera acompaña a cada quimera.
En la mañana al levantarme he notado, que en el espejo hay alguien muy alegre sonriendo al otro lado...