María

BREVEDAD

 

Los fuegos del invierno fueron tan efímeros que en días me quedé sola tiritando tu ausencia. No volviste. Heló en mi casa y la habitación fue un cúmulo de lágrimas congeladas. El frío me obligaba a llamarte. Y aprendí a tomarme entre mis brazos emulando tu calor. Intento inútil. Hoy amanecí pálida. Toqué mi cuerpo, aún tibio. Sucumbí cuando afloró mi alma: con ojos gélidos estrechó mi mano, y la enfrió al instante.