kavanarudén

Tiempo de sembrar

Lento se va despojando el árbol de mi existencia de sus hojas. Cada una se balancea al ritmo del viento mientras cae plácida al infinito.

Las paredes de mi habitación se quedan desnudas dándome la sensación de despojo voluntario.

Los libros poco a poco desaparecen, donados, dados, han emprendido otra dirección, como lo haré yo en un corto tiempo. Me quedan los más cercanos. Mis literaturas. Esas que me acompañaron en un momento significativo haciéndome soñar, vibrar, amar. Siendo fuente de inspiración.

Es mi batalla. Entrar en el otoño, viviendo a plenitud el invierno, mientras se acerca la anhelada primavera.

Tiempo de silencio, tiempo de fluir, tiempo de dejar suceder los acontecimientos manteniendo la calma, la paz y la seguridad de una decisión tomada.

Solo se puede llegar a la resurrección pasando por el despojo, el desprendimiento, la muerte. Una muerte que da vida y vida en abundancia.

Me refugio bajo la sombra cálida de mi pluma. Las letras destilan y se plasman en la

inmaculada página. Mi corazón dicta mientras escribe mi obediente mano.

La lectura y la escritura, se convierten, cada vez más, en ungüentos lenitivos que consuelan mi alma, dándome sosiego y acortando mi espera.

Lo que cuenta es el hoy, el presente. El pasado quedó atrás, el futuro es algo por venir.

 

Te imagino leyendo éstas líneas, donde quiera que te encuentres querido lector o amada lectora; preguntándote qué sucede en el alma inquieta de este humilde escritor. Vivo el tiempo fatigoso de la siembra, donde necesario es podar, arar, arrancar, sudar, laborar sin tregua, con la certeza de una abundante, próspera cosecha. Gracias.