Max Hernandez

Esencia...

Quien eres? Te has hecho alguna vez esta simple pero compleja pregunta?
Eres acaso la luz de la mañana que se cuela  entre las rendijas de una vieja ventana?
Eres la gota de rocío acaso, que se niega a despegar del pétalo recién nacido,  cual niño que no quiere abandonar el maternal regazo?
Eres una hoja de otoño, que ya libre del fuerte tallo,  vuela libre desafiando los vientos, en búsqueda de desafíos inciertos?
Eres acaso el aire atrapado en el último aliento, que terco  se niega a abandonar el  maltrecho alojamiento  de lo que ahora es un moribundo cuerpo? O eres una roca solitaria, que muda y firme mira al firmamento, desafiando arrogante al tiempo y a la fuerza de los mares y el viento?  

No? Nada de eso? Eres simplemente un manojo de huesos,  que mantienen a un poco de barro con aliento? Sólo eso? Una vieja y triste sombra enmohecida  que deambula triste en los laberintos de la vida? Eres únicamente una simple y mundanal rutina?  

Mira tus manos. Son las herramientas mas poderosas del universo entero, y son capaces de moldear vidas y mundos si lo haces con esmero. Mira tus pies. Son capaces de crear nuevos caminos,  y de hacer el mapa de ruta de los destinos. Tus ojos. Cual faroles de navío en inmenso mar oscuro,  son las ventanas del alma al bello y terrible mundo puro.

Mírate a ti mismo en un espejo. No  con los ojos únicamente, sino con el corazón y el alma, tratando de buscar la esencia de la mas grande creación que Dios tuvo en mente.   Lo ves? Eres un milagro. Llevas contigo la fuerza del cosmos infinito forjado en las calderas dantescas con el divino fuego. Cubre tu cuerpo un manto enorme de energía pura,  que puedes compartir o negar a quien a ti acuda. Llevas en tus entrañas del infinito la suficiente fuerza para crear o destruir mundos, si es que te empeñas.   Algo mas? Mira alrededor tuyo, no estas solo! No eres el primero ni el último del universo todo. Quiso que tengas compañía, el hacedor divino, para avanzar en el ajedrez intrincado de tu camino.  

A partir de este momento, al abrir los ojos, no mires solamente las luces y sombras, colores  y formas. Disfruta de la hermosa armonía de la naturaleza sabia y de tu grata compañía. No respires, inhala y goza de la energía pura, que te regala el universo y la madre natura. No toques, siente! Al roce de tus manos disfruta de la tersura y delicadeza  de todo lo que con ellas tocamos. No comas. Saborea cada sutil bocado,  que dadivosamente a tu mesa y a tu paladar haya llegado. No escuches. Encuentra la belleza de la armonía de sonidos, que melodiosos y dulces llegan a tus oídos.  

No odies, no ames, no desees, no envidies, no sufras, no goces. Siente! Cada sensación en lo profundo de tu alma es única, e irrepetible. Disfruta de cada segundo en que puedas sentir tus emociones,  que buenas o malas, son solo tuyas. A Dios no decepciones,  pues fue Él quien te puso en este mundo para que vivas, y no para que seas una triste y opaca, abandonada rutina.