Santiago Miranda

Funeral

Hoy he enterrado a mi amada

con un vieja y gastada pala

viejas piedras cayeron sobre ella

y su ataúd cascareaba

por la llovizna color madera

nadie cubrió bajo la mortaja su cara bella.

Apilé con mis manos el último puñado de tierra

sobre el promontorio, una margarita errante

en lo que sería su pecho otrora radiante:

infértil, baldío y seco

recientemente muerto

le he enterrado en soledad, en silencio

la enterré por que la amaba

(con toda la furia y arranque

con el ácido de mi estómago

con la culpa que destroza los nervios

que circulan por músculos cansados

y mi sangre envenenada

con todos ellos la amaba)

 

Y el cruel amor exige perpetuamente nuevas almas

tributo que el dios misericordioso reclama furioso

como suya te ha llevado a algún reino alejado

donde no navegará mi astillada barca por su capitán haber naufragado

donde los mapas roídos y desteñidos no tendrán jamás lugar por tener sitio fuera de tiempo y del espacio

donde el cielo cae bajo el poder de lo oscuro y se transforma en tierra y esta en cielo, contraponiéndose en eclipses infinitos mixturados

 

Intenta llorar conmigo

no lo intentes demasiado

mira el azul profundo

con tus ojos tan sellados

esperando volar a través del éter acendrado 

Mariposa envuelta en llamas hacia tu canto desesperado

danzando en el desierto, lagrimeando en el maná

Intenta llorar conmigo, mí amada al despertar

 

voy en silencio al aposento

de mis vestiduras

a pie calmado

recorrer las tierras baldías 

un acuerdo desolado, hemos quedado

bajo la negrura que ha plagado

el mundo, percibido por mi ánimo estado.

 

 

Hoy he enterrado a mi amada

los cuervos gritaran siempre su nombre

bajo las noches estrelladas

he enterrado hoy a mi amada

las puertas crujirán moribundos orgasmos embetunados, vacía casa que me recoge madre asustada

hoy he enterrado a mi amada

la he enterrado en mis recuerdos, en el prado

viva o muerta, ya no importa,

La he enterrado.