lumino

Escándalo

Casi nunca ocurre,

pero en ocasiones contadas

cesa el chasqueo eléctrico

de la colisión entre las nubes.

El caprichoso canto de las aves

coincide durante un instante

en el espacio musical del silencio.

El auto-parlante del tapicero,

después de nombrar su especialidad en discotecas,

respira en su pausa altisonante.

La nota desafinada del columpio del parque

espera el timbre que marca la salida escolar.

El piii – piii del semáforo para ciegos

se sitúa entre la i y la p

en un guión que los sordos entienden,

pues en ese momento viven la tregua sonora

como si fuesen normoyentes.

En muy pocas ocasiones ocurre

que el eje oxidado de la tierra

se libre por un instante del rozamiento;

que la barahúnda del bullir humano,

cual ejército coreano, se sincronice

en un rumor imperceptible;

que el tañido de campanas

en su parsimonia difunta

olvide la vibración del bronce

antes de que de nuevo el badajo

golpee tristemente el metal.

 

Se dice que en ese momento

un ángel está pasando.

Es un ángel díscolo y delator,

porque sólo entonces

es cuando pueden oírse

las carcajadas de Dios

mientras juega con nosotros

a ser El Demonio.