CARLOS ALBERTO BADARACCO

EL SURREALISMO

 

Hay mucho surrealismo plasmado por el mundo,
lo veo correr por el campo vagando premuras,
modelos de yeso, esfinges de cartón, láminas de platón.
El surrealismo surge al abrir mi ventana.
Mirando hacia adentro en los ojos de los espejos
que se reflejan noctámbulos embriagados de óleo.
Lo veo en “Los Relojes De Dali”, allí en la pared de lienzo,
también en los manteles de tenue luz de arpías disecadas.
Mirando hacia afuera, entre la ventana y los alerces
Veo al surrealismo entre los intersticios de las ramas
lanzándose como rayos que serpentean presencias,
doradas figuras de luces utópicas y disonantes.
Lo distingo en las puestas de sol que levantan el rojo
y esconden el celeste que fulgura durante el día.
Tanto surrealismo me agobia y sin embargo
qué bello es verlo deslizarse en los rostros del poblado
cuando se levanta taciturno con la voz de los vientos
y el crujir de los álamos esparcidos por el piso.
Al ver el sol se distingue su cuna con cáscaras de huevo
y una jaula que baja entre tinieblas de un cielo mañanero.
Veo los álamos con el cabello recién cortado modelando tiempos
y una cara vacía que se asoma por la ventana de un molino.
Cuánto surrealismo se ha plasmado en el mundo.
Tanto, que los tiempos se disfrazan de distancias
que van recorriendo tiempos en un viaje prematuro
Los globos se van soltando de mi mente para flotar por el cosmos


CARLOS A. BADARACCO
30/7/14
(DERECHOS RESERVADOS)