autumn

Partiste inesperadamente

No es posible empezar mi desahogo,
pues aun no entiendo qué significa la muerte,
no asimila mi mente humana y limitada,
que recién partiste inesperadamente.

Tu huella quedó en todos tus senderos,
pues todos te recuerdan como el “señor” que eras,
artista, genio y caballero,
hombre educado, inteligente y correcto,
me llena de orgullo ser tu hija,
guerrero valiente, osado y modesto.

Nuestro lazo fuerte que existía,
entre el amor de un padre a su hija,
pudo más que toda la malicia,
de esos seres que quisieron separarnos cada día.

Cada vez que a mi hogar venías,
o aquellas veces que yo te visitaba,
era una energía sincera por tu cariño,
y del amor tan grande que siempre me entregabas.

Una llamada fatal anunciaba el desenlace,
tu vida acababa de fugarse,
tu cuerpo inerte aún caliente,
y aun así tu regazo me prestaste.

Un abrazo fuerte y te colmé con mis besos,
esos besos que nunca terminaré de darte,
porque mi humanidad no acepta que hayas partido,
papito lindo cuanto voy a extrañarte.

Después en tu último lecho al día siguiente,
me reusaba soltar tu cuerpo helado,
intentaba sobrevivir a ese dolor tan sorprendente,
y yo sin consuelo y sobre tu regazo.

No sé qué hacer para apaciguar este dolor,
no puedo aceptar que te hayas ido,
papito amado te amo con locura,
que creo que voy a perder la cordura.

Papito te lloro, lloro y lloro en silencio,
y después sonrío con un nudo en la garganta,
intento seguir tu ejemplo de valentía,
mas no puedo y siento mi alma destrozada.

Sólo me queda el consuelo que estás sano,
el Dios todopoderoso hoy te ha renovado,
bien merecido tenías el descanso eterno,
pues tú cumpliste la meta, gran guerrero.

En nochebuena te enterré,
un angelito para Jesús entró al cielo,
“Bienvenido a la eterna morada hijo mío”,
¡descansa en paz querido papito mío!