Las dos manzanas
Qué sé yo si los que leen son orates,
si los que están detrás del texto venden drogas
o son cómplices ciegos de algún crimen no aclarado
o simplemente sueñan con mandar todo a la mierda.
Qué sé yo si los que escriben son perfectos,
si tienen un dolor, si son felices,
si los que de otros mundos nos habitan
tienen en su lugar quien los aliente con su abrazo.
Qué sé yo si nos sirven las palabras,
si valen más que el oro que ambicionas,
si pesan más que el lujo que pretendes
o simplemente van siendo olvidadas
como las hojas de aquel árbol del que
ya han sacado todas las flores y los frutos.
Qué sé yo si tú piensas que algo vale
sentarte a conversar con mis silencios,
entrar con tus mañanas, con tus verbos,
dejarte distraer por mis disparos a la nada,
buscar en este alud la salvación de los enfermos,
la paz para el chacal, el despertar de los perdidos.
Qué sé yo si tú piensas que estoy loco,
si sales bostezando hacia tus propias discusiones
o, si ya una vez aquí, quieres quedarte,
o, si ya lejos de aquí, piensas volver con tus campanas
o bien piensas buscar tú las respuestas que no tengo.
Y como no lo sé, te he puesto un plato
y en él hay dos manzanas, están frescas,
si traes el cuchillo una es tuya,
si traes tu amistad es que las dos te pertenecen
y entonces deberás ser tú quien sepa
cómo y con quién vas a tener esa ocasión de compartirlas.
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04 02 16