Salvador Aburto

En bicicleta

A camino Melipilla le deberían colocar tu nombre,

¿cuántas tardes de bicicletas esperanzadas pasamos?,

de perderme detrás de un camión en Padre Hurtado

por no poder encontrarle canto a eso que me “nacías” por dentro,

¡y es que te me clavaste al pecho!

 

                                                 y ya no quiero hablar más de esto.

 

Me imagino a los carteros, esos que las usan todos los días,

¿sentirán este mismo dolor una vez que dejan de pedalear por sus cartas?

Amor de niño embelesado, endionisado, emborrachado,

ya no quiero pedalear más por camino Melipilla.

 

Por aquí, paso noche tras noche y ese camino aún guarda tus sonrisas,

ese asfalto ¡todavía¡ tiene algo de memoria...

 

                                                                   tiene hambre de nosotros.

 

Duermo en un asiento, extrañando esas tardes de bicicleta…

De verte, de vernos y comer…nos en tardes enteras tuyas,

Ahora sólo viajo, en el bus publico/privado del estado de sitio capitalista chileno.

¡Pero que diablos¡ yo sólo…

 

                                                                   trabajo, trabajo y trabajo.

 

Ahora, sentado y engordando detrás de un escritorio,

Entiendo lo eterno que  es el instante tuyo,

Que es imborrable lo vivido con el corazón en la boca,

Y que debiese olvidarme de este miedo  a pedalear y hacer más ejercicio.