Jonathan Puerto

Emelina

He la damisela en la habitación
Espera muy ansiosa su visita
De aquel caballero que cita
Liberarla de tal cruenta prisión
Prisión que dicta Artemisa
Diosa impetuosa y ofendida
Al ser menospreciada y dolida
Sella puertas y cornisas

 

Lágrimas de azufre rodan su mejía
Desgarrando el alma con dolor
Dónde está la esperada flor
Que destruya dicha agonía?
Se presentan valientes con rosa,
Otros con orquídeas y zarzales
Dispuestos a romper carnales
Las cadenas que ató la diosa

 

Muchos en corceles blancos
Como en los cuentos de princesas
Otros de hazañas y proezas
De gran porte e impenetrable flanco
Batallan contra las defensas
Impenetrables del castillo
He aquí Thor y su martillo
Fallan en la más aguerrida ofensa

 

Yace ella erguida y desnuda
Junto a la alberca cristalina
Porta nombre divino, Emelina
Agonizando sus vidas crudas
Vidas que saca del vacío
Y llenan su hueco interior
Hueco que llenara aquella flor
No encontrada nunca por el gentío.

 

Se levanta el rico y el ministerioso
Acude a prisa el más presentable
Siendo todos solo desechables
No encuentran al gran dichoso
Aquel que a Emelina libre
De su arcaico encierro
Y del grillete rompa el hierro
De un golpe de alto calibre

 

Golpe que yace en su boca
Y se transmitan con la preciada flor
Dicha flor, conocida como amor
Que libera el alma cuando el labio toca
He aquí el más humilde de la zona
Que su nombre fue motivo de risas
Se apresura y alcanza la cornisa
Se abalanza sobre ella y reacciona

 

Lucen luego su victoria en el balcón
Emelina y un nelumbo junto a su oreja
Forma ahora la mejor pareja
De quien ha sido su salvación
Arde en ira Artemisa, la diosa
Pues se ha roto su hechizo
Y ha sido culpable el mestizo
Plutarco, hoy, de compañía gloriosa