Jose Luis Posa Lozano

DE REPENTE, EL SILENCIO

No cerraste la puerta
de lo que era tu casa
y bajaste la escala
arrastrando pisadas,
para no ver mis ojos,
anegados de lava,
perseguirte en la sombra
con la muerte en las alas.


De repente, el silencio
anidó en mi garganta,
me clavó sus raíces
y me abrió las entrañas
con sus garras de hielo
desgarrando mi espalda,
envolviendo mi vida,
en su oscura mortaja.


Me quedé en la ventana
como un mudo fantasma
espiando tu huida,
desgranando mi rabia.
Con las uñas quebradas
te arranqué de mi alma,
escupiendo la vida
que contigo escapaba.