RobertoFerreira

A Mari

 

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La música era la excusa para que los pies se movieran juntos y al unísono,

los pies eran la excusa para que los cuerpos se fundieran en uno al bailar

y los cuerpos eran la excusa para que los corazones se fundieran en uno solo;

en realidad, la música era el cómplice perfecto.