Fantasma de Nadie

Los Campos De Mi Tierra

Se agolpan los recuerdos de mi infancia
En las praderas verdes de mi tierra,
En todos los riscales,
En las barrancas graves y en las sendas
Que crucé al lomo fiero
Y herrabundo de aquella bicicleta.
Sobre aquel corcel de metal y grasa
Subí hasta los confines de las sierras,
Ascendí las pendientes y las faldas
De las montañas rocosas e inmensas.
También jugueteaba
A ser explorador entre las peñas
Y descubría ciudades antiguas
Sobre las sombras y bajo las piedras;
Quizá en lo alto de las hondas gargantas,
Quizá en las bajas cuevas.
Mi niño de diez años ríe y canta,
Vislumbra y serpentea.
Mi niño de diez años sabe a lluvia,
Mira al cielo y observa
Que el futuro llega como a los montes
La inesperada niebla
Y borra los recuerdos del pasado
Como la nieve gris en primavera.
Pero ahora que recorro los parajes
Sobre mi mula de metal, se enredan
En toda la espesura de los bosques
Mil pasadas siluetas,
Y se oye el canto agudo de las aves
En la naturaleza.
Los álamos se curvan. De sus ramas
Caen las sombras al pie de la ribera
Donde atracan barquitas y barcazas,
Naves de agua pequeñas;
El viento de la tarde sopla y mueve
La extensión de sus velas
(todo ramaje, salvo algún retal
O cáscara de seda).
De niño el mundo acababa al instante
En la mata en que acababan las fresas.
Ahora el mundo acaba donde la infancia
Tiene su tumba abierta,
Donde su fantasma de agua y de musgo
Visita mis poemas.
Y en medio de aquel campo, ¿qué se alzaba?
Los muros de la iglesia
Custodiando el poblado rodeado
Por el grosor de una muralla vieja.
No pregunten por el nombre del pueblo...
Que nadie lo recuerda.
Sólo sé que había una plaza enorme,
Al lado, una alameda,
Más allá las casonas, los jardines,
El verdor de largas enredaderas
Que trepaban como húmedos ladrones
Las paredes, los muros, las compuertas.
En el campanario, cada mañana,
Posada la cigüeña,
Tañía la campana su romance,
Su gitana saeta
Que llamaba a los clérigos y pobres
A asistir a otra misa cenicienta.
Bendita infancia tuve, y tan bendita...
Ya no podré volver, ¡Y quién pudiera
Ser de nuevo un infante explorador
Sobre un caballo de metal con ruedas
Explorando el inmenso
De todas las campiñas de mi tierra!