Antonia Ceada Acevedo

Puta vida

 

 

Llegará esa edad, donde los vientos ya no quemen, ni enfríen  la luz del dolor.

Dolerá todo, hasta el nombre, o no dolerá nada de lo que  ayer dolió.

A esa edad se inventaran recuerdos  que mañana olvidaremos en la distancia que se acorta.

Las penas serán  menos pesadas….

pequeña  aparecerá la luna  en los agostos de alguna feria, a la que iremos con los de nuestros equipos.

-¡esto es para la juventud!-diremos

A  base de caer, los sueños  se irán  a otros horizontes  a soñar sin  ningún destino.

Sabremos  lo que afrontar, lo que enfrentar frente al espejo, y otra vez volverán los recuerdos  traviesos  y sin rostros…

lo vivimos, sólo, es eso…

Y nos vamos alejando  definitivamente, a sabiendas  que todo es perdido,  a esa cripta donde  llamaremos soledad.

Soledad  que regresa a casa, que se acomoda en tu sillón, se lleva los libros  allá, donde quedaron los latidos y te abraza por la espalda quitándote los miedos a base de no tener más remedios…

Hablaremos  a solas con las sopas, mientras nos beberemos  alguna lágrima pensando   en los hijos que no están alrededor de la mesa.

-¿por dónde volaran las sonrisas de los que se fueron  “al fin”?

Que  corta se verá la vida más adelante y cuantas cosas atrás  dejamos de hacer por no permitirnos  servir  al  arte de la libertad.

Un día intentaremos  crear un chiste para  hacer reír a aquellos que nos cuidaran  que serán los mismos a los que pediremos perdón por nuestras impertinencias. Y al mirar a los ojos de quienes nos asearán no sabremos a que color llamar…

Antes o después  se irá uno de los dos porque la muerte no acepta compañía; al que se vaya antes, sólo, podremos decirle hasta luego.

Las respuestas a tantas preguntas del pasado, el y sólo el  nos  las ira diciendo en el momento adecuado, en el lugar oportuno…el tiempo, si, sabe.

Y un día sin saber por qué empiezas  a adelantarte al penúltimo ciclo, a la meta  y ya ves los campos de flores que se nutren de palabras y el sol que los alumbra se llama mí…a entristecerte, sólo, por tus seres queridos que están tristes.

Y te quieres bajar de la cama haciendo nudos con las sabanas mientras conversas con “el rictus mortis “y  una mosca sobrevuela  otra interrogante.

Si  alguna vez pudiéramos medir esta puta vida…medir este Ahora…

 

Antonia Ceada Acevedo