Pacorro

Soñemos esdrújulos.

Tratemos público de ser partícipes,

de no ser tímidos, de ansiar esdrújulos;

de que lo asmático se vuelva oxígeno,

y en lo cromático haya daltónicos;

limar lo púdico de nuestros vértices,

trazar lo elíptico de una cuadrícula;

que seamos tórridos, nunca más gélidos...

Amando nífulas, sueños eróticos.

 

Y así en elásticas, formas anárquicas,

teniendo el cálido de ser ya trópicos,

el tono mágico de nuestras órbitas

tendrá la rúbrica de lo verídico.

Será tan cómodo, como tan lúdico,

narrar afónico un canto homérico,

cruzar los límites de lo presbítero,

darnos un óbito con firme brújula.

 

Que siendo cómplices, de lo magnánimo,

el mundo acéfalo será mítico;

que hasta lo angélico tendrá obstáculos

y lo satánico rezos idílicos.

Y ya en la cúspide de volcánico,

el magma líquido, que estalle enérgico,

dejando pétreo todo a su tránsito,

menos lo ingrávido de tu magnético.

 

Se trata público, siendo partícipes,

de que lo cósmico lo sientas próximo.

De que tu métrica endecasílaba

abra los párpados de tanto bélico.

Pon una séptima sobre una tónica,

haz que lo atómico estalle atónito,

lo escatológico nos llegue módico

y en lo terráqueo marchemos fértiles.

 

Sueña la terrícola rompiendo cúpulas,

luchar titánico por tantas áfricas;

con el indígena en tierra amazónica,

con los mecánicos junto a sus fábricas.

 

Con los científicos de lo romántico,

con lo novísimo de lo más prístino.

Rueda pletórico, que siendo auténtico,

el mundo nítido no tendrá límites.

 

¡Aunque sea utópico, sueña en esdrújulo!