Sara (Bar literario)

El muèrdago

Pequeño olvido.

Pequeño muérdago de encías moradas.

Concebiste nuestro beso 

debajo de tu cuerpo

y nuestro amor,

amor imposible e incontenible,

se hizo una tarjeta postal

desde esa noche 

/pequeña noche de navidad/

 

Yo era una niña,

y él era un gigante.

Desde entonces,

Mis sueños se hicieron gárgolas

mordiéndome los pezones.

Mi triste madre, no supo más

qué era de mí

su pequeña hija.

 

Su pequeña hija amaba

y no al hijo del panadero,

no al hijo de un revolucionario.

No amaba en éxtasis

al compañero de su escuela.

Su pequeña hija amaba

a ese amigo lejano

que ella invitó 

por tener pena de su soledad.

 

Mis pequeños pies

en sus grandes piernas,

mi cuerpo de quince

una trenza en su espalda de cuarenta.

Mi boina roja,

caída debajo de su cama.

 

Y mi madre,

rezando dormida.

Y nosotros, una oración anunciada

en la puerta del paraíso,

con un candado enorme y dorado.

 

Y mi madre, entrando a mi cuarto:

lo descubre, huyendo de su soledad

y dejándola, blanquecina

en mi cuerpo.

 

Y mi madre, desapareciendo

y su amigo,

se va.

 

Y yo,

debajo del muérdago

del que solo queda,

una espina punzando mi dedo.