Pacorro

Un suicidio por amor.

Entre tu voz callada

y mi agitada presencia,

tu ayunada mirada

y mi voraz apetencia.

Entre lo que consiste

la muerte y mi existencia,

hoy concibo que existe

muy poca diferencia.

 

Antes me acurrucaba

en tus lindos poemas.

Tu voz exhalaba

dulce cada lexema;

la muerte y su compaña

no cupían en mis esquemas;

y ahora es la guadaña

mi terrible dilema.

 

Y es que no puedo dejar de amar.

¡Qué no te puedo dejar de amar!

¡Qué ya no puedo con tanto amar!

 

Si tuviera un momento

mínimo de sosiego,

ajeno al tormento

de tu amor y su fuego,

remarcaría el acento

en la vida y su trasiego;

dejando en mi argumento

la muerte para luego.

 

Pero es que siento tanto amor.

Pero te siento tanto amor.

¡Qué ya no puedo con tanto amor!

 

Ya no me queda el guiño

que atrajo tu alborada.

Apenas si destiño

mi sombra acostumbrada.

A los azares riño

por mi vida traicionada.

Presiento en tu cariño

que la muerte es mi aliada.

 

Y no te puedo dejar de amar.

¡Y no te puedo dejar de amar!

¡¡Y no te puedo dejar de amar!!

 

¡¡¡¡ Yo solo quiero dejar de amar...!!!!

“Phiss” (o Bang)