DiegoAlonso

El Rey de los Ciegos

Dormido en dulzura y en gloria, 

en confianza y demasía,

y la comodidad que a él se ofrecía

en forma de masa y euforia, 

yacía el rey en lamentos.

 

¡Pobre rey! Ya nada veía

de tanto cubrirse con velos,

y es que sin más que mirar a los cielos 

sus ojos de a poco morían.

 

Su vista por siempre dormía

y su reino lloraba en desvelo,

sufriendo angustiado el flagelo;

su rey ya no los veía.

 

Aceptando la triste agonía

cerraron sus fieles luceros,

el ver ya no les servía;

su rey, era el rey de los ciegos.