Miranda

Marchita

Te congelas.

No sabes qué hacer, qué decir, cómo actuar, no estás en condiciones para tomar decisiones, dejas todo es las manos de parientes, familiares, amigos, desconocidos. Dentro, muy dentro de ti, sabes que deberías tomar las riendas y decir qué se hace y qué no, pero no puedes y sabes que nadie luchará por tu bienestar más las personas que te aman. Llega un momento en el que te cansas, cuando te das por vencido y en el interior quieres dormir, solo dormir, sin planes, sin preocupaciones, sin dolor.

Te hundes, te deprimes, a lo lejos escuchas a “los especialistas”, el ultrasonido es la prueba del delito, el ginecólogo testifica y el oncólogo dicta sentencia.

En la juventud no tenias muchos planes para una familia, hijos, esposo. Eres hijo del divorcio, no crees en las instituciones de matrimonio, no quieres hijos que aten tu vida a una casa, pañales sucios, gastos, deudas. No, quieres más viajes, ir a fiestas, ser un profesional exitoso. Y por exitoso hablas de dinero, fama y poder.

El tiempo pasa y por el transcurso compartes la vida con personas que entran y salen, siempre dejan algo. Cada una te ha guiado al camino que sabes te hará feliz. De pronto nace la necesidad de compartir tus días con un alguien, despertar, abrir los ojos y ver su rostro a lado en la cama, después nace el sueño de tener hijos. Piensas y hablas sin saber. Ves el mundo y dices no estaría mal adoptar, darle una familia, amor, y seguridad a un bebe que ha perdido todo. Vas de compras y la ropa miniatura y los zapatos con tiernas formas de animales te causan ilusión, como un imán, instinto, compras un par y después con el tiempo ese cajón bajo de tu cama se empieza a llenar de gorritos y baberos. No lo dices en voz alta porque no sabes como puedan actuar los oyentes. Sin embargo sabes que cuando pase te hará feliz, tu sueño, tu ilusión será realidad y entonces estarás completa 

Perderás el útero, los ovarios, quizá la matriz completa. Eco. Ves a un doctor luego otro y otro y escuchas exactamente lo mismo, tantas veces que ya no pones atención, dejas que la marea te lleve, abres lo ojos y ves al doctor en turno mientras tus pensamientos vuelan, al principio piensas porqué, porqué a mi, porqué ahora, porqué esto. Después vanalidades: ves el consultorio y admiras los libros, las obras de arte, los muchos accesorios de escritorio: el servidor de post its en forma de cerebro, el lapicero corazón, el piza papeles un riñón.

Han destruido tu sueño, te sientes vacía, aunque ellos dicen que estas llena de más. Un tumor gigante que nace de un ovario y que invadió tu útero aplastando todo a su paso.

Las visitas, tortura andante, te tienen pena, lastima y puedes ver como sus ojos dice pobrecita. Te miran y empiezan a hablar escuchas una y otra vez lo mismo: todo saldrá bien, ¿cómo te sientes? ¿necesitas algo? puedes adoptar, tu eres fuerte, no importa que pase estas viva. Sonríes y asientes con la cabeza ¿qué más puedes hacer? Quieres gritar y decir que estás muriendo por dentro que no hay algo que desees más que sentir como crece amor dentro de ti, pataditas y latidos y saber que has creado en tu cuerpo algo bueno, hermoso, vivo. Algo más parte de un tumor gigante que se alimento de ti durante años, consumiéndote lenta y silenciosamente. 

Tienes coraje y culpas al mundo, a Dios, a la naturaleza, a todo, a todo. Sientes los ojos llenos de lágrimas pero si te derrumbas, mama, la abuela y tu hermana menor se derrumbaran contigo. Deben verte fuerte porque ese ha sido tu papel desde el divorcio. Intentas sonreír, esa sonrisa más diplomática que sincera, estas muriendo. 

Ya no solo tus sueños, si no tu cuerpo también, la operación es riesgosa, el tumor demasiado grande y ,aún no ha sido posible la biopsia, el cáncer no está totalmente descartado. Quieres decir que has sido una persona afortunada, que decides ya no temer más, que ahora vas a reír más, disfrutar y ver el mundo. Lo que puedas, lo que te queda. Te repites eso cada noche, cada amanecer y crees que si lo repites las veces necesarias entonces lo creerás y así será.

Pero la depresión te inunda y cuando no estás concentrada en pensar positivamente haces una lista, enorme, de lo qué te ha faltado y lo qué ya no podrás hacer.