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Pequeño jazmín embriagador
De las rosas de marfil,
Nardo delicado del Amor divino.
Luna apacible
Y dulce mar donde se refleja
La gracia y la paz
¡Oh agua cristalina
Donde el gozo bebe!
¡Oh oasis donde
La esperanza descansa!
Trueno delicado que se escapa
De los dígitos de la mano
De tu Hacedor.
Dulce canto de la mañana,
Aurora luciente y esplendor
De las estrellas adormitadas
Y cansadas de vagar
Por el firmamento.
Dulce planta,
Tronco nuevo donde brota
La vida,
Donde la paz alza sus ramas
Y la tristeza se diluye
En la obscura noche.
Pequeña, mira al gorrión
De cristales, a la guacamaya
De oro y fuego;
También mira al colibrí
De las flores y las colinas escarpadas.
Niña, no abras los ojitos
Llenos de la luz infinita,
Tu boca canta las maravillas
De Dios
Y tus oídos se extasían
En el silencio
De la cueva de Elías.
Profetas duermen esperado
La gloria de Dios,
Hombres justos descansan
En la esperanza del Sol de justicia.
¿A quién anuncias tú?
O ¿Qué traes entre
Tus dedos de flor?
Niña, no te duermas,
Tú eres la esperanza
De este pueblo,
El gozo y la alegría
De la creación
Y la esperanza en Ti termina.
¡Oh Niña!,
Duermes como un angelito,
Descansas en la mano
De tu Amado
Y El te contempla
Extasiado de amor.
Los ángeles quedan desconcertados,
Se miran uno a uno,
Giran sus cabezas
Hacia Dios y dicen:
Bendito sea el Señor
Que hizo a esta Niña
Bella y pura.
Sin ninguna mancilla
Y la cual alegrara
A todo el pueblo
De Dios,
Dándoles al Salvador.
Bendito sea el Padre
Que la hizo sin mancilla
Y quiso hacerla ver la luz,
Al Hijo que la predestino
Antes de todos los siglos
Para hacerla su Madre
Y al Espíritu Santo
Que la fue moldeando
En el silencio
De su vida.
Amen.