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Compasión

La compasión es uno de los sentimientos humanos que más admiro.

Esa capacidad de poder percibir, pero no solo, sino comprender el sufrimiento del otro produciendo en el individuo un deseo de aliviar, reducir o hasta eliminar por completo tal sufrimiento.

Conlleva un salir de uno mismo, para entrar en el mundo el otro.

La compasión es un grado más profundo de empatía ya que toca la esfera del dolor, del sufrimiento.

No la identifico con la llamada “lástima”. Palabra que rechazo en forma instintiva. El diccionario de la Real Academia de la Lengua define la compasión como “sentimiento de conmiseración y lástima que se tiene hacia quienes sufren penalidades o desgracias”.

La lástima no crea empatía. Crea un sentimiento de superioridad. La misma expresión: “siento lástima por ella o siento lástima por ti” puede ser interpretado como un “estoy mejor que ella o que tú”.

Los sentimientos que generan la palabra “lástima” son muy diferentes a los que generan la palabra “compasión”. Lo podemos comprobar.

Por otro lado lástima deriva de “lastimar”, es decir, nosotros hacemos responsable al otro de lo que sucede a mí. Es como si dijéramos: “tu situación me lastima”. Hay situaciones que escapan a las personas, se presentan y ya.

La compasión es un estado de ánimo que se radica en lo profundo de la naturaleza humana.

Refiero un pensamiento de Khen Lampert, filósofo israelino que en su obra “Traditions of compasión: fron religious duty to social activismo, p. 160”, hacía este comentario sobre la compasión:

“He notado que la compasión, sobre todo en su forma más radical, se manifiesta como un impulso. Este pensamiento está en contraste con las teorías de Darwin que hacen referencia al instinto de sobrevivencia, como determinante en el comportamiento humano y con la teoría freudiana del principio del placer, que rechaza cualquier aparente natural tendencia, de parte de los seres humanos, a actuar en contra de sus propios intereses” (la traducción es nuestra).

Compasión y misericordia van e la mano. Sentimientos cálidos que elevan al individuo y lo hacen un verdadero “ser humano”, en toda la extensión de la palabra.