DiegoAlonso

¡Ay, amor!

Aunque el latir latió a pedazos,

en mil partes su pálpito siguió. 

El amarte fue vehemencia que

insistente se hizo fácil;

se hace fácil si en mil partes

eres siempre una razón.

Y así,

el latir cogió sus partes y con

calma resiliente, se rearmó;

en cada trozo levantó aquel cariño

destrozado; despojado corazón

de plenitud y de fragor.

 

¡Ay, amor!

 

Por más dolor que la insistencia

del latir me cause, 

más dolor me causaría,

a tus labios renunciar.

El vivir podrá seguir,

mas yo sin ti no ya no podría,

es por eso que resisto

como el sueño a despertar.

 

¡Ay, amor!

 

Sé de mí, la luz que nada en

mis pupilas,
¡Sé de mí!, yo te lo pido, 

ese sol que siempre

brilla cuando en ellas
te has de reflejar.
No permitas ni un segundo

que el amor se haga neblina;

gas y viento inoportuno

que confunde mi mirar.

¡Ay, amor!

 

Yo no entiendo a los amantes 

que en lo mucho, entregan poco;

de miseria y de cobardes 

nace en carne el desamor.

¡Sé gallardo!, te lo pido,

no me huyas como antes,

que lo mucho entrego a pocos,

sólo a ti, mi corazón.