Oscar Perez

El remero desnudo

El remero desnudo

 

Se diría que remaba con sus piernas,

se diría que su nave eran sus brazos,

que los remos el oleaje de la tarde,

que el timón el mismo mar con quien se hablaba.

-Aquí desnudo voy, viejo enemigo,

amante de esas noches sin estrellas,

oh, dios, oh capitán de mis regresos,

tendrías que ser tú quien me cubriera en plena muerte.

Se diría que el mar le contestaba,

más sólo devolvió, tras el llamado,

a un ahogado hombre hasta la playa,

el remero había muerto, y, aun desnudo,

al mar ya no le atrajo de su piel ni el fiel recuerdo.

Quedó varado allí, por las mañanas

el mar canta en los brazos de otro alegre marinero,

el remero desnudo quedó solo,

el mar siempre es así, pobre del necio

que algo más quiso de ese azul que lo hipnotiza,

pobre del mar que algo más busca entre remeros

y que no habrá de hallar porque no hay luz en sus abismos.

El cielo sigue allí, sólo él comprende

lo que pasa y, claro, no le importa,

nada ha de hacer acá debajo

con las lágrimas del mar y con las costas,

en donde el remador ya olvidará a quien amaba,

en donde el que pasó no dejó flores

y el que no pasará nada sabrá del sentimiento.

Remeros pocos hay que den lo que hay dentro del alma,

y mares menos hay dispuestos hoy a recibirlos.

 

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07 12 15