Blas Roa

Ocho meses después (o más)

Era de linterna consiente la hermosa 

Palmira, una estrella que no se apagaba.

La vi llegar en gualdrapas amarrada 

su cuello ceñía una morada rosa.

 

Era, tal vez, mi comida, tempestad imaculada

su voz tenor y avinagrada la fina cruel y celosa

hay que ver como sonríe su coral de diosa

hay que ver como en sus manos me tomaba.

 

Era un cuento al revés, su mirada prodigiosa

a día de hoy mi pluma reside en su amalgama 

al tintero, señor, este servidor reclama 

ser, por entero, la mitad de sus prosas.

 

Era una nave al viento abierto la vela plana

mis argumentos en los labios de la ventosa

tu que pierdes lo encontrado en la ferrosa

voz de aquel que sobre ti nunca cantaba.

 

Pero te escribía.

 

Blas Roa