Edgar Alejandro Romero Vargas

Chamusquiado

 

 

- Atención, atención que ha nacido del pesebre nuestro salvador. Gritan en una pastorela esas viejas de las cuales nadie pone atención. Como si fuera de la libertad, una promulgación y pienso ¿quién desea un salvador, si no trae regalos a mi favor? - Vino a nuestro mundo a salvar y el año nuevo siempre con su amor bendecirá. Dicen las pastoras.

 

Ay, qué pues con estas doñas,  que quieren siempre festejar, y nada quieren guardar, mejor ahorrare dinero y no lo gastaré en navidad, porque el tiempo siempre seguirá. Entonces entre fuegos azufrosos estalla una llama roja y se escucha – te escucho y no me creo que es lo que veo, acaso te arrepientes de seguir el camino del bendecido, ¿sabes? te podría dar mucho oro, y fama y mujeres hermosas cual más grandes, cual más preciosas.

 

 - En realidad señor chamuco mi alma está podrida cual chisme de vecina, no sé porque le ha de interesar, tiene gusanos de tantos malos ratos, atropellos de chicas con destellos  y esta tan sucia que podría engrasar los cerrojos de puertas y ventanas de mil casas. – Tiene razón joven, disculpe mi interrupción. y desaparece en una pequeña explosión. Claro nunca le conté que yo amo a Cristo con pasión y mi alma desde luego sano, qué regalo le podría pedir yo al salvador, si no mi propia salvación.

 

Aparece entonces otra explosión. – aja, te escuche jovenzuelo, y te he de agarrar del pescuezo para llevarte al infierno. – ¿cómo acaso me haz de llevar?, no podrás con la modernidad,  en época de navidad, si ya vivimos en un infierno, me da mucho igual, aquí las personas no se aman, prefieren regalos regalar, no me digas que no le quisieras a Dios que fue algún día tu padre, un abrazo dar. – otra vez me has dejado perplejo,  tanto que se me cae el pellejo, Adiós jovenzuelo, cual más sabio como un abuelo. Desaparece en azufres de colores Ese chamuco chamusquiado por sus deberes y yo chamusquiado por esperar las hermosas sorpresas que el  nuevo año me espera.