Donaciano Bueno

Dos ausentes

Amanece temprano. La resaca
de una noche de farra aún se aprecia.
La llovizna ha mojado allí tan flaca,
la calle que al bullicio menosprecia.

Las luces parpadean semidormidas,
que el fresco va pintado en el ambiente,
un halo de tristeza, displicente,
adormece las aceras, descreídas.

Porque quise mirarme en tu mirada
porque quise soñar que eras mi sueño
que elevada al altar tú eras mi hada
y el único señor yo era tu dueño.

Quise hacer lo más grata aquí tu estancia.
tornaron mis deseos al precipicio
hoy te miro y veo en el frontispicio
el candor de tu imagen y prestancia.

Oh, ese atardecer entre azahares
cuando rojo del sol el monte esconde,
dos ausentes sin saber cómo ni donde
¡cómo añoro ese amor sin valladares!

©donaciano bueno