David Silvestre

El cobarde que te escribía

Déjame morderte los labios pintados,
las piernas finas,
las tetas tersas.
Déjame morderte las orejas,
lamerte el pecho,
clavar los colmillos en tu cuello,
déjame quererte,
déjate querer.

 

Sabes, me vuelves loco,
loco como un Panero
esquizofrénico
perdido entre impares manicomios.

 

Espantas los demonios de mis noches,
asustas los fantasmas de mis terrores,
eres una fortaleza inexpugnable
pero he de verte marchar.
Cuando no estás se acerca todo,
aunque cada vez más despacio,
cada vez tengo más espacio
para moverme libre.

 

Te necesito,
eso es una evidencia,
como que el sol gira
y la tierra a su alrededor.

 

Que no quede obsoleto nuestro amor,
nunca jamás, solo te pido eso.
Recuerda mi nombre cuando estés lejos,
cuando duermas lejos,
cuando sueñes lejos,
recuérdalo.

 

Recuerda quien era el poeta cobarde
que te escribía versos.