Intento destapar un frasco de mermelada. No puedo. Te veo. Lo destapo. Desapareces. Pero volvés cuando me acerco a la mesa. Decido entonces desayunar en el sillón, mirando mis plantas. Te vas.
Salgo a la calle y en esas tres cuadras reapareces para acompañarme de la mano y decirme que me cierre el saco, que hoy hace frío. Entro al auto y ya no estás.
Y entre esta mezcla de presencias y ausencias tuyas transito mis días, míos completamente, únicamente, solamente. Sola. Viéndote al cerrar los ojos, buscándote desesperadamente al abrirlos.