Cauribe1

Adolescencia

Cuán pequeño y abatible pudiste ver el mundo

por aquellos días en que frescos tu cuerpo y tu alma palpitaban,

aunque imaginabas un horizonte misterioso y sin límites

tus ímpetus y tus deseos desbordaban la gran copa del universo

 

Fantasías, anhelos e insatisfacciones moraban en tu pensamiento,

te proponías aclarar las mil y una dudas que te invadían;

siempre confiaste en tu verdad, en tus instintos,

no podías perdonar que alguien usurpase tu espacio y tu tiempo.

 

Confusa mezcla de temores y de sentimientos filiales

se interponían entre tus resoluciones y la cátedra humana.

Limitaciones, reglas y juicios torpedeaban tu libertad

confundiendo tus propósitos, alejándote de la reflexión.

 

Quienes pretendían acercarse a ti, más se alejaban,

los que incansablemente te enseñaban, te hastiaban;

tus derechos y tus pensamientos se tornaban más valiosos que todo,

más preciados que la experiencia, el éxito y el bienestar.

 

¡Oh placenteros días! Inigualable carnaval de sensaciones,

indescriptible acumulación de agradables momentos,

espacio absoluto de felicidad y efímera realización,

manantial de vida que regó y alimentó tu alma.

 

Allí fue en donde germinó la semilla de tu amor propio,

en ese espacio de tu vida reconociste la soledad y tu fragilidad.

La vida te puso a prueba, te mostró caminos.

Hoy, gracias al amor, te reconoces y decides quien eres.