Nicolás Rangel.

Repartiendo mi olvido.

Puedes venir
y tomar lo que quieras
hay montones
de poemas
esparcidos por el piso.

 

Quizá en uno encuentres tu nombre.

 

Hay recuerdos
ya sin vida
invadiendo
mi sonrisa.

 

Cuelgan del techo
suicidadas
todas esas promesas
que por besos
un día jure cumplir.

 

Acércate,
tal vez reconozcas alguna
y si es así
puedes llevártela
y revivirla con alguien más.

 

Por aquí
tengo maniatado
al tiempo
hace mucho que no me importa
ni el día ni la noche
ni las horas ni los segundos
tampoco mis fracasos.

 

Tócalo, aún te recuerda
tu lo hacías eterno
por que no era lo mismo
un minuto sin ti
que una hora contigo.

 

Aquel niño
que duerme
y jamás se mueve
es mi niñez.

 

No recuerdo
la última vez que despertó
y aunque a diario lo acaricio
estoy consciente
que no volverá
a sonreír.

 

Abre aquel cajón
hay besos olvidados
y suspiros sin sentido.
llévate algunos
por los que te debo
por los que jamás te di.

 

Deja de pensar que soy poeta
y si quieres mis manos
¡arráncalas!

 

Toma mis ojos
que están ya cansados
y envenénalos
con tu ardiente recuerdo
castígalos cuando hagas el amor
con alguien más.

 

Ven, no tengas miedo
colúmpiate en mis sueños
termina de romper
todos mis imposibles
todos mis anhelos.

 

Sacude mi vida
rompe las ventanas de mi pecho
no dejes ningún escondite
por que no habrá un nuevo comienzo.

 

Toma lo que quieras
hay pedazos de mi alma
esparcidos por el suelo
montones de poemas
que nunca llegaron a tus ojos.

 

Llévate lo que tu quieras
menos aquel cigarrillo
que tiene tu nombre
que esta noche
cariño mío
pretendo calcinar
junto con tu amor
todo tu recuerdo.