Nicolás Rangel.

El hada de mi insomnio.

Dice que eres una ilusión,
un sueño
y que es tiempo de despertar.

 

Lo dice, mientras clava su mirada en mi rostro
y yo, que jamás he mirado al sol de frente,
bajo mis ojos a la altura de sus tobillos.

 

Ha secuestrado tu retrato
y lo ha puesto en aquel cajón
donde viven versos mutilados
y poesías huérfanas de tus ojos.

 

Es noche,
y sin duda
tiene unas alas hermosas.

 

Poesías que te pertenecen
las ha leído para mí
y yo intento imaginar que eres tú,
pero no funciona.

 

Sabe que no estás,
que nunca has estado lo suficientemente cerca
para tragarte todas estas ganas
que me hacen buscarla
en ciertas noches sin luna.

 

Me jode,
tanta verdad que escupe
y tanta burla en sus besos.

 

Ella no sabe,
que hasta cuando finjo no quererte,
te quiero tanto.

 

Que nunca he sabido olvidar
y que en mis exorcismos
odio mi soledad.

 

Ella no sabe
que te busco a ti
en sus ojos,
en sus manos.

 

En toda esta mentira
que me convierte en poeta
y en el fondo de cada botella
que se atreva a gritar tu nombre.

 

Dice que falta poco para tu olvido,
que necesito mirarte con otro,
mientras monta mi abdomen
y con mordiscos
intenta arrancar
esas siete letras que forman mi vida.

 

Bebemos demasiado
y bailamos hasta las tantas
de los tontos.

 

Dice que eres una ilusión,
que jamás has existido
y que es tiempo de despertar.

 

Lo dice,
abre sus alas
y yo me vuelvo pequeño.

 

Y se marcha,
disfrazada de luz,
lastimando mis parpados,
rompiendo sueños.

 

Se va con el sol.

 

Y yo
que siempre he sido un cobarde,
busco tu rostro
entre mis escombros
y vuelvo a dejarte en tu lugar
donde silenciosamente me miras
y yo te quiero.