Sostén tus suspiros,
traga tu aliento,
disfruta del gélido viento
que cae entre tus labios muertos;
saborea lentamente la soledad,
que el frío invierno provoca
sin remordimiento ni rabia,
iracundo sin sombra;
siente el pánico
de una oscuridad que encierra
a tus ojos a base de ciega niebla
que en corrupta desolación se agota.
Agita tus miedos, controla tus sueños,
hoza en la inminente expiración
de tus endebles y cristalinos
deseos enfermos.