Lissi

La Dama y el poeta VIII (final)

¡Ese gran día llegó! el encuentro se daría en una ciudad cercana, una semana después de haber recibido la última nota de él. Para ello debía tomar un tren, el viaje duraría aproximadamente dos horas. Ella había sugerido su jardín, pero él pensó en darle una sorpresa y por ello la citó en un lugar desconocido para Mili. Le envió un mapa para que ubicara con más facilidad el sitio. Iba sumamente nerviosa, no tuvo necesidad de maquillaje pues el rubor de sus mejillas había permanecido desde que se enteró de la identidad de su poeta.

                                                                                      

Muchos pensamientos rondaban por su cabeza, ¿cómo sería el timbre de su voz?, ¿Será tan melodiosa como el ritmo de los poemas que escribe? ¿Sus manos, serán suaves, como la caricia que siento al leer sus letras? ¿Me habré arreglado bien? -Se cuestionaba- ¿las trenzas de mi peinado serán adecuadas? Ya casi se acercaba a la estación, el vaivén del tren la sacó de sus pensamientos. Al llegar, rápidamente busca la dirección en el mapa y se dirige a una calle con casas de distintos colores llenas de rosas en sus balcones. Buscó el número de la casa y se encontró que era una casa pintada de azul, ‹‹como el mar›› -se dijo Mili. La puerta estaba abierta, pero en el dintel estaba una manta blanca cubriendo algo y Mili sintió curiosidad. Avanzó al interior y había un enorme corredor silencioso, sus paredes tenían lienzos blancos que también estaban cubriendo algo, su curiosidad aumentó y trató de levantar uno de ellos cuando una mano la detuvo.

 

¡Era su poeta! Con una grata sonrisa la invitó a caminar hasta el final del corredor, no hablaron, solamente se miraron. Sus corazones, se escuchaban latir fuertemente y los dejaron decirse todo lo que ambos tenían guardado. En una de las habitaciones contiguas al corredor había muchas personas, algunas conocidas por ella y otras que no pudo identificar. Los aplausos inundaron el lugar, ella muy sorprendida le pregunta -¿qué pasa aquí? No comprendo toda esta algarabía.

 

‹‹Estamos reunidos aquí mi bella, con algunos cómplices que conoces, para dos cosas importantes: la primera para pedirte oficialmente seas la dama que calme mis sueños y aceptes mi eterna compañía y la segunda, que en honor a tu empeño por mostrarle a los demás que la poesía es una pasión sumamente interesante, que va más allá de la imaginación. Que pueden sentirse aromas y palpar el sentimiento a través de las letras, he hecho realidad un proyecto que tú tenías en mente desde tus años adolescentes›› -dijo Edmund con grave acento, el establecimiento de “una casa para la poesía”, en esta ciudad bella, histórica, llena de artistas que han dejado huella.  

Las lágrimas brotaron de aquellos ojos emocionados y un beso estampó en los labios del poeta. Los gritos de vivas y aplausos la hicieron volver a la realidad, aquella timidez que había mostrado toda su vida se esfumó al encontrarse de frente con el amor sincero. Luego de la alegría mostrada por los amigos de ambos, Edmund los invitó a develar la placa del exterior que decía “Milagro, Casa de la Poesía”. En el corredor Mili, hizo el honor de develar cada una de las fotografías de sus poetas clásicos, y al lado de cada una de ellas una poesía sobre el amor. También había una pared desnuda, para expresar en ella todas aquellas poesías que hablaran de la ternura. Ella terminó de recorrer las otras habitaciones que tenían estantes con libros para que todos viniesen a disfrutar de una tarde de paz en compañía de una buena lectura. Tomando una rosa de un libro abierto Mili la besa en señal de agradecimiento.