Marner

Desde tu perspectiva (El reencuentro).

No recuerdo cuándo fue la última vez que anhelé tanto una fecha. Sólo sé que en mi cabeza había cabida para un sólo día del año ( 13 de septiembre) Lo repetía a diario, miraba con desconfianza al calendario como si temiera que se saltara ese día en particular.

Soporté la agonía de las horas que eran más lentas, pero al fin... casi cuando sentía morir llegó tu mensaje: \" Estoy aquí\".

Y tuve un nudo en la garganta, me paré en la puerta de mi cuarto unos segundos viendo al vacío, repasando los detalles, ropa, cabello. El espejo casi quería reírse de mí, apuesto a que se le hacía ridículo que lo usara tanto en una sola noche.

Tomé mi cajita, deseando que fuera gigante para esconderme detrás de ella, pero tenía que ser valiente, pensé : \" la mujer que amas está esperándote, metele huevos, alza la cara\"

Llegué a la terminal, y me dí dos minutos para respirar, supuse que no me veía tan mal, ya que el taxista no dejaba de echarme el ojo.
Caminé lento...lento... ¡y apareciste tú! con tu tonta sonrisa que me desarma, me fascina .Dije tantas cosas sin sentido, ni siquiera las recuerdo, sólo estaba ahí como tonta viéndote.

Teníamos que tomar un taxi, y me pediste un abrazo, confieso que quería besarte, yo iba a hacerlo, o por lo menos intentarlo, pero tú me conoces bien, yo te lo estaba gritando, gritaba con ansias por tus labios en silencio.
y lo hiciste, lo hiciste... me besaste, tan cálido, tan húmedo, tan mágico.

Para qué te digo de los días, tú sabes como fueron. . . Te entregué mi cuerpo, fui tuya toda una semana. Estuve a tu merced, tus manos me dibujaron, me rompieron, me mojaron, porté tus marcas con orgullo,
no hubo en ti algo que no disfrutara, desde el más tierno de los besos en la cama hasta quedarme atrapada entre tus piernas succionando, lamiendo, besando a doña Sofía.

Me encantan tus labios, ambos.

¿Qué si reímos? ¿Qué si hicimos cosas tontas? Recuerdo columpios, el césped verde, verte cruzar rocas, caminar bajo el ardiente sol, y aquel museo.
Y aún nos quedaba fuerzas para leer, reír, bañarnos.

Al final, las noches eran únicas, pues no existe algo más perfecto en el mundo, que ver tu silueta desnuda durmiendo a mi lado. Tus pechos suben, bajan, y sólo te contemplo...
pensando que si viera un ángel seguramente se vería como tú.

Qué el mundo se nos caiga encima si quiere, si durmiendo a tu lado, yo me enfrento a la muerte y sin un leve pretexto toco la gloria.