Viento_de_Levante

En dos zancadas

 

                                        

 

                                        

 

 

El oro derretido de la fragua se muestra en otro hemisferio con todo esplendor en un momento inoportuno, en ese instante, otros decretan hacerme partícipe de mis sentidos, de gritos, de quejas y de rumores de lágrimas torrenciales. Es un ¿por qué? del cual ignoro la razón.

 

No sé de dónde vengo pero sí dónde y cuándo advierto que dos diminutas rendijas se han abierto a la luz, es decir, al miedo y a la pena.

Por doquier se mastica, es un sabor rancio y ocre, igual al que produce el sudor frío cuando se mezcla con la sangre caliente, que en la mirada interrogante de aquellos ojillos vidriosos, iguales a los de los muñecos que se venden en las ferias, se intuye más que se descifra.

 

Y, desde un principio ubicado en la equidistancia entre el ser y la psicoterapia, todo acontece en dos zancadas.