Cartesius

Poema I

Micras de marcas insolubles en el ventanal nocturnal de tu habitación.   Mordidas que erizan la coagulación de mi paladar,   de mi úvula escolástica, de mis fauces oscurantistas.     Labios rizados de fragancias aberrantes,   eternizadas por la pesadumbre de un viernes sin café.   Mimos de un gato embriagado por la orina del ratón.     Eclosión de la dermis juvenil, del rostro muerto…   Migajas de sexo sin aceite, sin aullidos monetarios,   con hematomas cartesianos en tu /absoluta/ división mortuoria.     Melena eólica, saliva impregnada de aretes;   cristales estrechos rozan tu miel aglutinada en días…   Mejilla sin pelvis, en los gemidos opacos; pausa.     Chillidos sexistas… efímeros, en la nocturnal atmósfera.   Silencio, chasquidos de uñas rasgadas…   Sh…     Se agitan sobre el piso húmedo…   La noche vuelve ciegas las almas tiritantes.   El calor diverge del centro del sueño, bocanadas de aire.     Mancha salitre, en sus ojos rojos, lenguas rugosas.   Minimizan el hedor impregnado en los dientes, en el suelo.   Calma, ágape tardío en los ojos desterrados, risas.