Beatriz Blanca

CINCUENTA AÑOS DE EGRESADA

Envuelta en un hermoso velo

fui a la cumbre de mi vida,

planeando suave el cielo,

donde saborié el éxtasis

de los sentimientos puros.

Emocionada y agradecida

quiero ya, gritar al viento

cuan bendecida me siento.

El cálido frescor de los abrazos,

que etéreos fueron el milagro

trayendo oleadas de ilusión.

Dentro de las partituras idas

surgieron diáfanas las quimeras,

entre blancos labios tibios,

que besaron el reencuentro

y formaron una conjunción

con el universo iluminado.

Mientras las huellas silentes

de aquellas que partieron

estrenaron canciones de su tiempo

para perdurar, haciéndose

memoria eterna y viva.