MichaelJhon

El Ășltimo viaje

Apuntaba el reloj exactamente las siete y cinco de la tarde. Ellos seguían de la mano, frente a frente. El tren apenas había salido, pero bastaba ver aquellas manos sujetándose las almas para adivinar, sin prisa, que estarían así toda la noche.

Sin retorno.