Nahidel

Llovizna

Ayer es siempre frío al recuerdo. 

Aquí que la tarde cae y cristaliza las montañas

que, bañadas en oro, resguardan lo perdido, se humedece

mi mente y me pregunto si llueve dentro del fuego

que abrasa las nubes. 

Nunca sé lo tarde que está; sólo puedo ver lo lejano

y saber que entre sus brazos y lo muerto

está lo que quise mío. 

Y si cae la noche y sigo aquí, donde sigue frío,

miro lo poco que me queda y sé que es mucho

porque en todo lo seco está un poco de mí,

ahora que llueve y no sé dónde, y no sé cuándo.

Nunca lloverá desde el cielo, de las nubes; lloverá lo que ha muerto...

Y veo que soy lo que llueve.

Y veo que todo sigue lejano y muerto.

Acaso el mudo cierzo también me lleva a lo que veo.

Ya no estaré donde llueve y hace frío.

Ya siempre estaré donde lo seco reposa y termina su muerte.