FernandaTorres

ADAN Y EVA

Eva estaba temblando con una manzana mordida en su mano. Adán la miraba incrédulo; por su mente cruzó su presente, su pasado y su futuro; él sabía que Dios castigaría la desobediencia de Eva.

El la amaba tiernamente y en su futuro se veía con los ojos inundados de lágrimas; ahora tenía conocimiento del bien y del mal y el peor de los males era que su amor estaba perdido.

Adán vió los ojos que eran para él la luz del día, la boca que lo había llenado de besos y los brazos que le habían dado el calor de su amor. Dios los separaría inevitablemente. Eva, su amada, estaba condenada a muerte. 

Adán se acercó a ella y la abrazó; pasó sus manos por sus ojos, limpió sus lágrimas y le dijo que nada, ni aún la misma muerte lo separaría de ella; que para él, la vida sin ella no tendría sentido.

Dicho ésto, tomó la manzana y comió. Ella lo abrazó y su temor desapareció, sonrió tiernamente y él hizo lo mismo y se encaminaron a enfrentar juntos su destino.