Daniel Eduardo Mendoza Camarena

Muerte de un esposo

Trémulo quédome cuando me vi

llorando en agonía y desconsuelo

la partida amada que mira al Cielo;

muriendo me vi mi vida morir...

 

La luz de mis ojos, mi blanca estrella;

de mis andanzas mi fiel compañía,

en el fulgor del amor, siempre mía;

partiéndome el alma, se extingue bella.

 

Sara en mi carente sabiduría,

Rebeca en tiempo de eterno solaz,

Raquel virtuosa, de amor nunca fría...

 

Pero su entereza me fue fugaz:

mi Dios la tomó, en mis manos yacía;

¡Aguárdame, mi amor, iré a ti en paz!