iAlbertoLopez

Reencuentro

Aún recuerdo

el comienzo y el final

de tu guedeja de oro,

cuando apareciste,

sin ningún compromiso,

en la puerta

que me hace perder los sentidos.

 

Aún recuerdo

tu refulgente sonrisa a rebosar

de níveos pequeños tesoros,

justo debajo

de ese bonito capricho de la naturaleza,

que dicen

que sirve para respirar,

pero que a mí

me quita el aliento.

 

Y más al norte

me encuentro

con el espejo del alma,

del color de la hierbabuena,

que petrifican por completo

los míos,

mientras doy gracias

al cielo

por poder idolatrar

semejante fechoría

hacia las demás mujeres.

 

Esos ojos.

Ay,

esos ojos.

 

Aún recuerdo,

con deslumbrante soltura,

cómo me di cuenta

al volver a admirar

dicha hermosura

única en el universo,

cómo iba a ser posible

el robo de mi corazón

por parte

de la mejor creación

que el universo ha podido hacer

nunca jamás.