Aldo Miranda

UN DIA NORMAL.

 

Ha muerto el cielo.

Ahora se posa fúnebre sobre los techos,

las nubes están de gala,

se visten de luto y la lluvia firma el pavimento.

La gente ya no corre,

hace mucho que se le perdió el respeto a días como estos,

el tiempo devoro su gloria;

el tiempo siempre se devora las cosas, a las flores, y a la gente,

pero es imposible concebir un espacio sin tiempo.

En fin, solo me queda esperar

a que la lluvia envuelva sus mágicos telones,

y luego de estar lejos, la vida me sonría exhausta

para volver a mis simples labores.