La vida me juega de nuevo un mala pasada, me mete en un juego de niños en el que no quiero participar. Abro los ojos y me encuentro con una realidad que es por demás agobiante, llena de máscaras y de rostros que desconozco.
Camino en una dirección pero ella se empeña en darme la suya y que la siga, como si el molde de este mundo fuera el mío, como si mi destino final fuera ajustarme a sus reglas y a sus preceptos cual oveja sigue a su pastor.
Hace que mi pasado me persiga como un cruel asesino que no me dejará hasta cumplir su propósito, me recuerda todo lo que he querido dejar atrás cuando tengo tanto por delante: una esperanza que me pide a gritos que me aferre a ella, unos brazos que se abren para protegerme, un hombro que se ofrece para apoyarme, una mano que se extiende para sujetarme.
Sin embargo ella se impone, se impone y me impone su juego, el pasado, una voz que no es la mía, una mirada que no me pertenece y un cuerpo que me es completamente indiferente.
¿Acaso me rendiré ante tu juego y seré yo la perdedora? ¿Acaso este es un juego donde ella siempre sale ganando? ¡me niego a rendirme! si quiere jugar, juguemos, y si pierdo no será por rendirme, estoy dispuesta a luchar.
Me pone en el frente todos esos rostros que me miran fijamente condenándome, me da igual, no se quienes son, las máscaras se caen y dejan ver la intenciones de cada quién, cuando sueñas a la mayoría lo único que le interesa es hacerte o verte caer, pero yo estoy decidida a soñar a vivir más allá de una historia escrita, de un llamado destino que alguien una vez decidió forjarte, me aferro a mis creencias, a mis convicciones y a lo que soy.
La vida vida me juega de nuevo una mala pasada, quiere pelea y se la voy a dar.