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Tierra de pastores,
Tierra de reyes,
Tierra del tronco de Jesé;
Mar insondable
Que trae la luz y la vida
Al hombre caído en el paraíso.
Oh tierra, la más pequeña
Entre todas las naciones,
La más grande ahora
Donde el sol se posó
Y se asentó su trono real.
Tierra de querubes,
De profetas,
Del sacerdote eterno
Según el rito de Melquisedec.
Oh tierra convertida en cielo,
Tierra de la gracia
Os das una cuna por pesebre,
Unos pastores por vasallos
Y una mula y un buey
Para ser adorado el Rey Eterno,
El infinito Sol
De paz y amor.
La oscuridad vencida,
La noche convertida en día,
La mañana con el rocío de paz,
La tarde envuelta en la nube
De la gracia
Y la doncella lo contempla sin cansarse
Ni se agota por ver a su Dios
Hecho hombre
En ese pequeño Niño.
Eterno sí, ahora sometido
A la temporalidad,
El Invisible ahora visible,
Él adorado por los ángeles
Ahora adorado por los hombres.
Feliz el día de tu nacimiento,
Dulcemente rompes las cadenas
Del hombre
Y abres las puertas
Inmensas de la gracia
Al hombre caduco y temporal.
Al revestirte de nuestra naturaleza
Nos elevaste al alto grado de unión Contigo y nos hiciste grandes a tus ojos.
Vuestra ropa manchada
Le vuelves la dignidad
Que habíamos perdido
Desde nuestro padre Adán
Y Tú nos la vuelves a dar.
Belén, gózate y alégrate,
Ahí está tu Rey y Señor.